Existen ciertas dudas de cómo y cuando apareció la raza de San
Bernardo, su origen se remota de forma segura a los antiguos perros romanos
conocidos como molosos. Estos perros fueron llevados a Suiza por los ejércitos
romanos durante los dos primeros siglos de nuestra era. La raza procede de los
griegos habiendo sido llevados desde su patria por Alejandro Magno.
En esta época existían
dos tipos de molosos: los de lliria y los de Babilonia. Sobre todo fueron
perros de guerra para la vigilancia, pero también servían como perros pastores,
de tiro y de búsqueda y rescate.
De acuerdo con los
historiadores de la raza, Bernardo de Mentón fue una de las primeras personas
en introducir esta raza en el hospicio.
En 1660 los monjes
que trabajan fuera de los monasterios de la comarca utilizaban el San Bernardo
como perro de protección.
Un gran admirador
del San Bernardo fue Napoleón Bonaparte. A principios del siglo XIX, ayudó a
financiar varios hospicios que más tarde servirían de refugio para muchos
miembros de la realeza. Este perro fue conocido a nivel mundial y fue
responsable de la salvación de 2000 vidas.
Los monjes los
criaron también para recatar a viajeros de la niebla y de la nieve.
El San Bernardo es
alto, ancho, pesado y de huesos duros. Los ojos tienen una expresión
benevolente. Esta raza tiene el cuello muy musculoso, la papada muy marcada y
una espalda ancha y firme. Existen dos variedades de San Bernardo: los de pelo
liso y los de pelo duro y largo.
Es un perro de
enorme fuerza y puedo ser educado en el interior del hogar. Tienden a babear y
necesitan espacio. Es conveniente que haga ejercicio ya que a su elevado tamaño
es un animal que come mucho.
En especial es
bueno tenerlo aseado la boca y los ojos, y cepillarlo a diario.
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